domingo, 27 de septiembre de 2009

Alonso de Ercilla


El hombre renacentista era un hombre profundamente religioso e influido por las ideas del humanismo, básicamente “Mente sano en cuerpo sano”. La idea de este movimiento es que la persona debe cultivar todas sus capacidades al máximo, puede ser poeta y soldado.

El Renacimiento nació en Florencia, Italia, en el siglo XV y se extendió por el resto de Europa en forma lenta pero segura durante el siglo XVI.

En esta época, España ya tiene unidad dentro de sus fronteras y su poder se expande tanto que se convierte en Imperio. Carlos V, el emperador español, viaja con toda su corte (grupo de personas entre familia, asesores, amigos, criados, hombres de letras y de armas, etc. que viven y rodean al rey) a través de los territorios que tiene en Europa y que abarcan parte de Alemania e Italia. Sí, se trata de una corte móvil. Además, España ha comenzado la conquista de América y recibe desde estas tierras todo tipo de riquezas.

Es durante el gobierno de este rey que nace, el 7 de agosto de 1533, Alonso de Ercilla y Zúñiga. Él fue un hombre noble, soldado y poeta, como Jorge Manrique. Tal como cuenta en el prólogo de La Araucana, cuando murió su padre en 1548, su madre se convirtió en dama de compañía de la Infanta María, una de las hijas de Carlos V y el joven Alonso se hizo paje o ayudante del príncipe Felipe, quien se convertiría en el rey Felipe II.

Ercilla fue un hombre culto, porque además de tener grandes profesores, tuvo la ventaja de poder viajar mucho e interactuar con los personajes importantes que se encontraban en la corte. Cuando sólo tenía 15 años, Alonso acompañó a Felipe en un viaje por Italia y Alemania. Este viaje duró tres años y fue sólo uno de muchos.

En 1555 Ercilla conoce en Londres, Inglaterra, a Jerónimo de Alderete, quien le contó de sus aventuras en “el nuevo mundo”, en otras palabras, América, que no era que fuese tan nuevo, sino que los españoles habían recién cachado que existía. Estas historias lo entusiasmaron tanto que consiguió que Felipe lo dejara marchar a América y ahí partió junto a Jerónimo, el 15 de octubre de 1555.

Lamentablemente, Jerónimo tuvo la mala idea de morir justo después de llegar al continente americano, así que Ercilla, quien ya tenían algo de experiencia en esto de viajar, tuvo que continuar solo. Se fue a Perú y en 1557 se enteró que estaban preparando una expedición para someter, subyugar, poner el yugo o vencer a los araucanos de Chile. Ni corto ni perezoso, Ercilla se unió a las fuerzas de García Hurtado de Mendoza, quien había sido nombrado gobernador de Chile.

Durante la campaña militar Ercilla lo hizo bien y se destacó del montón, pero tuvo una pelea con un antiguo rival, Juan de Pineda, y García Hurtado los condenó a los dos a muerte. Esa dura sentencia fue conmutada o cambiada por la de prisión, pero Alonso fue liberado rápidamente para pelear en la Batalla de Quipeo, en diciembre de 1558.

Ercilla estuvo en Chile 17 meses entre 1557 y 1559. Participó en tres batallas contra los indios y presenció la muerte de Caupolicán, el protagonista de La Araucana.


Por si se lo preguntan, La Araucana es un poema épico de 37 cantos que Ercilla empezó a escribir durante la campaña militar (es decir, mientras estaba en Chile peleando) y en los que entrega los hechos más significativos de la Guerra de Arauco. En un bando estaban los españoles y en el otro los mapuches, araucanos o bárbaros, como son llamados en la obra.

En 1562 Alonso de Ercilla vuelve a España, hace unos viajes como diplomático por Austria, donde se encuentra su madre, y aprovecha de visitar Italia, Francia, Alemania, etc. En 1570 se casa con doña María de Bazán y muere en 1594.

Ercilla, como se puede apreciar, fue un hombre culto y un viajero empedernido, que visitó más de una vez Italia, la cuna del Renacimiento y que estaba imbuido (lleno) de las ideas de su tiempo: ser el máximo de sus posibilidades, cultivar tanto su mente como su cuerpo, porque ambos forman al hombre. Ser soldado y poeta.

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